Hola a todos!
vengo con nuevo capítulo de Rock Sweet, espeor lo lean, quiero saber opiniones de sta noevla. Eso, dentor de poco capítulo de la saga idolatría!
Primer Capítulo
“Un cuaderno vacío”
Sus
pies se arrastraban por la vereda, la noche lo había rodeado todo con su manto
de oscuridad. Se suponía que aquel debía ser el día más feliz de su vida, pero
en cambio las lágrimas caían por sus mejillas, atropellando a sus sollozos y
removiendo su cuerpo. Su guitarra se sentía pesada, era la primera vez que su
música le causaba un dolor tan grande como el que estaba sintiendo.
Lejana,
vio su casa erguirse en aquella pequeña villita, pero sus ojos no se dirigieron
a ella, sino más bien a la figura ensombrecida por la oscuridad que se veía
frente a la entrada. Sabía muy bien que era él, su forma de pararse, la ropa
que se nota en su silueta, todo le decía que era Markus.
Él
estaba ahí cuando ella aun no decidía qué haría ¿cumplir su sueño y dejar a
Markus por viajar a México con las chicas, o simplemente rechazar la oferta de
Daniela? Ambas opciones habían pasado una y otra vez por su mente, incluso
cuando Sena le había repetido una y otra vez que Markus la esperaría.
¿Amor
a distancia? No, Joona no estaba hecha para aquello, no porque dudase de sus
sentimientos por él o viceversa, era más bien el hecho de que no sería por un
año, ni por dos, sería el resto de su vida en México, o quizás en algún otro
país, pero definitivamente no en Chile, y Markus tenía que hacer su vida,
estudiar, convertirse en el abogado que siempre soñó ser. Nada de lo que uno
hiciese compatibilizaba con la vida y los sueños del otro y eso le dolía, era
renunciar a un amor por otro.
—¡Joona!
—la voz alegre de Markus le confirmó que era él— Siento no haber ido al
concierto… —su voz se apagó poco a poco, seguramente viendo las lágrimas de
Joona.
Markus
era un año mayor que Joona, se habían conocido por medio de Sena, pues ellos
eran compañeros de curso en la escuela. Al principio su relación con él no
había sido más que de amistad, Markus no era el tipo de Joona: estudioso,
aburrido, ordenado y responsable, él era todo lo contrario a su persona, y si a
eso le sumaba su rubia cabellera, ojos azules y aspecto de cuico[1]
estirado, no había en él aspecto que le interesase a una chica llena de
tatuajes y que siempre cargaba consigo su guitarra eléctrica. Pero Markus había
sabido cómo conquistarla, la acompañaba a casa de noche como ningún otro hombre
lo había hecho, la trataba como a una dama abriéndole la puerta y aunque en
algún momento había dicho que aquello le parecía machista, luego de un tiempo
no pudo evitar percatarse que él era el primer hombre que la trataba como a una
mujer y no como a un amigo más del montón, lo que el resto de ellos sí hacía.
Y
ahí estaba Markus nuevamente, esperándola luego de haber viajado a Santiago a
matricularse en la universidad, tal cual se lo había prometido.
—¿Qué
ocurre Joona? —preguntó él evidentemente nervioso. Joona no era de esas mujeres
que lloraban por cualquier cosa y estaba segura que nunca antes había soltado
una lágrima frente a su novio— ¿Las… las rechazaron?
Negó
con la cabeza, viendo una leve sonrisa aparecer en los labios de Markus y sus
brazos extenderse para tomarle la cintura en un fuerte abrazo, uno que en otra
situación le habría sacado una sonrisa, pero que en ese instante sólo consiguió
romperla en mil pedazos y que su llanto explotase en el hombro de Markus.
—¿Joo?
—él hablaba bajito, acariciando su cabello con cuidado mientras buscaba la
forma de calmarla, pero Joona se sentía cada vez más atrapada.
Eran
sus dos amores los que estaban en juego y había uno de ellos al que tenía que
renunciar.
—Nos
aceptaron —balbuceó—. Grabaremos un disco en México…
—¡En
México! ¡Eso es excelente Joona!
—Nos
iremos en tres semana, y no volveremos Markus —sintió su cuerpo alejarse de
Markus, mientras él la miraba a los ojos interrogante—. Sabes que en Chile ser
músico es difícil, esta… esta es una gran oportunidad, una que pocos grupos
tienen sin antes tocar años aquí. Debemos trabajar duro —cuando comenzó a
hablar sus labios ya no quisieron
detenerse, temía al momento de dejarlo decir algo a él y escuchar de su boca
que la odiaba por dejarlo atrás—. Serán tres años en los que puede que no vuelva
siquiera por unos días, yo…
—Tres
años se harán nada Joona, puedo esperarte, además será bueno para poder
concentrarme en mis estudios y para que tú lo hagas en tus canciones, será
bueno para ambos…
—No
quiero que me esperes Markus —sentenció, sabía muy bien que ella no era mujer
para amores a distancia—. Yo no te esperaré, yo no volveré, si todo resulta
como quiero —y trabajaré para que así sea—, no volveré.
Lágrimas
surgieron en los ojos de Markus y al igual que él se había sorprendido con las
de ella, Joona también lo hizo, jamás lo había visto llorar antes y que fuera por
su causa le rompía el corazón en mil pedazos.
—¡¿Estás
terminando conmigo?! —su voz sonaba desesperada, el mismo sentimiento que
asediaba a su alma desde que había escuchado a Daniela decir que vivirían en
México.
Asintió
con la cabeza, no era capaz de expresar en palabras algo que su corazón no
quería, pero aun así para Markus aquello fue la aseveración que necesitaba,
pudo verlo en sus ojos, él la odiaba por dejarlo atrás, pero para Joona aquella
era la mejor opción.
—Te
arrepentirás Joona, sabes que soy capaz de esperarte, sabes que no te dejaría
sola por nada. Tú en cambio a la primera decides que terminar es el mejor
camino, el más fácil ¿no?
Bajó
la mirada nerviosa, no era capaz de mirarlo a los ojos y ver todo el
resentimiento que había en ellos después de que la mirase con todo el amor que
alguna vez lo había hecho.
—Espero
las cosas vayan como lo esperas —sentenció Markus alejándose por la vereda a
paso firme.
—Yo
también espero que las cosas vayan como quieres Markus —susurró sacando las
llaves para entrar a su casa a dar el anuncio.
México
las esperaba.
La
llegada a México no fue fácil, y aunque el viaje en avión había sido cansador y
estar en un lugar ajeno era incomodo, las dificultades estuvieron en adaptarse
a las exigencias del sello discográfico, a las miles de reuniones con Daniela y
su equipo, y a los cambios en su música y en ellas mismas.
Todo
había comenzado con darles una nueva imagen, "una mucho más comercial" explicó
Daniela cuando Joona la encaró con negativas. Sena había terminado con todo el
cabello rosado, eliminándole por completo esa apariencia de rubia sexy que en
otros tiempos había tenido, las gemelas Elsa y Virginia fueron obligadas a
verse iguales, como dos gotas de agua, como sus padres lo habían hecho toda la
vida, mismos zapatos, misma ropa, mismo corte de pelo que por alguna extraña
razón a Virginia no le favorecía. Y Joona ahora cargaba con su larga cabellera
negra con las puntas teñidas de un azul fuerte que jamás le había gustado,
muchas perforaciones en las orejas paras la cuales se habían comprado cientos
de aretes que ahora guardaba en una caja donde eran perfectamente visibles para
la estilista. Eran chicas de goma cuando nunca quisieron serlo, pero aquello no
importaba si lograba hacer que el mundo escuchara su voz y cada palabra de sus
canciones.
—Pronto
nos acostumbraremos —había dicho Sena mientras cepillaba su cabellera rosa—.
Además hay que admitir que nos vemos muy bien.
Luego
todo se había vuelto un caos con las canciones que ya tenían escritas. Daniela
había enviado a un “escritor especializado” a “retocar para mejorar”, el hombre
había cambiado cuanta línea se le había antojado, lo que había llevado a Joona
al borde de la locura.
—Será
mucho más comercializable así —sentenció Daniela cuando Joona le exigió una
explicación.
—Será
mucho más comercializable, pero no será nuestro —volvió a quejarse Joona, aun estando ahí el supuesto
experto.
—Ellas
tienen razón Daniela —Joona miró al hombre con sorpresa en los ojos, él estaba
abogando por ellas—. Tú me pediste revisar la música y yo lo hice, cambié lo
que a mí me pareció que estaba mal, pero la música es de las chicas.
Joona
miró con detenimiento al escritor, era un tipo joven, no tenía más de veinte
años. Alto, quizás un metro noventa, corpulento al punto de sentirse bastante
pequeña a su lado, con cabellos oscuros y largos hasta los hombros, todo un
rockero de aspecto, llevaba una camiseta sin mangas que dejaba entrever sus
tatuajes y unos pantalones ceñidos al cuerpo que le daban un aspecto de alguna
forma mucho más imponente. Era completamente su tipo, pero al mismo tiempo no
era Markus, su tranquilo y estudioso Markus.
—Puedo
ofrecer una alternativa para que estemos todos contentos —ofreció el escrito—.
Seleccionaré algunas canciones de las chicas para el primer disco, unas seis, y
yo escribiré las otras que sean necesarias.
Aquello
convenció a Joona, el tipo no escribía mal, lo había visto en los cambios
hechos a sus canciones, así que cantar algo de él no sería complicado o
incómodo y al mismo tiempo podrían continuar con algunas de sus creaciones.
Pero faltaba la última palabra, la de Daniela.
—Creo
que es una buena idea. Así lo haremos entonces.
Fue
así como terminó haciéndose amiga del escritor, cuyo nombre supo cuando sus
ánimos se calmaron. Erick era un gran artista con las palabras y aquel talento
lo había ofrecido a ellas, al grupo, a Rock Sweet y a Joona.
Cuando
el momento del debut llegó para ellas, Joona se sentía completamente preparada,
habían estudiado cada paso que darían en el escenario, cada movimiento que
harían en aquel estudio de televisión, todo. Y con aquella preparación nada
podía salir mal.
Y
con el éxito en aquella primera presentación llegaron las entrevistas, y así
las ventas del disco, los premios, el reconocimiento del público y la fama que
tanto habían perseguido. En un año se habían vuelto el grupo de Rock femenino
más conocido de Latinoamérica, y el viaje de su música comenzaba a expandirse
por Europa y Estados Unidos;
presentaciones en los lugares más importantes del mundo, muchísima gente tras
sus pasos y el asedio de la prensa. Todo había tomado el curso que Joona soñó
tiempo atrás, el que le había asegurado a Markus que logaría alcanzar.
Así
llegó el segundo disco, tomando clases con Erick, Daniela les aceptó que las
canciones fueran esta vez escritas por Joona y poco a poco cada cambio en su
aspecto, música o repertorio fue decidido en conjunto con Daniela, ya tenían la
fama, ahora sólo debían mantenerla.
Sena
se quedó con su cabello rosado, según ella le quitaba el aspecto inocente del
rubio, cosa que Joona nunca había visto en ella. Virginia dejó crecer su
cabello, mientras que Elsa volvió a pedir que Joona fuera su peluquera, porque
—en palabras de ella— su amiga lo hacía mucho mejor que las estiradas
estilistas. Y Joona había aceptado al fin que el aspecto que Daniela le había
dado era perfecto, comenzando ella misma a buscar los aros que cargaría en sus
orejas y tatuándose en su espalda a Temis, diosa de la justicia, para
simbolizar con ella a Markus y llevarlo consigo a pesar de estar lejos.
—Creo
que deberías beberte un par de cervezas, salir con Erick, liberar la tensión
sexual que tienes acumulada y lograrás escribir algo bueno Joona.
Había
escuchado esas misma palabras de Sena por lo menos tres veces aquella semana, la
chica en parte tenía razón, necesitaba liberar tensiones, no precisamente
sexuales, o quizás sí, pero principalmente relajarse del trabajo un tiempo
antes de continuar.
—Deja
de insistir con Erick, Sena. Sabes muy bien que no quiero pensar en hombres en
este momento. Es más importante el trabajo, hay que sacar este disco pronto.
Llevaban
ya dos meses en el departamento que compartía la banda en Ciudad de México. Un
lugar lo suficientemente grande como para veinte personas, en el que sólo
habitaban las cuatro con Daniela, que era ahora su sombra y representante.
Ubicado en pleno centro, donde el bullicio había sido acallado con vidrios
antiruido y todo se había acondicionado para ellas, con un pequeño estudio de
grabación, el lugar donde Joona se reunía con Erick cada viernes a revisar
nuevo material, del que ahora le escaseaba.
Desde
que habían regresado de la gira para la promoción del segundo disco, no había
forma de que Joona lograse juntar un par de frases en una letra decente para
una canción nueva, las silabas simplemente no surgían y aunque Erick la había
aconsejado muchas veces con distintas formas de relajación o estimulación para
según él “encontrar su equilibrio”, no había forma que en su cuaderno se
plasmasen siquiera un par de líneas sin sentido, estaba en blanco, vacía.
—No
es que no pienses en hombres Joona, tú sí lo haces y sí tienes tensión sexual
que liberar —Sena la miraba con reproche desde la silla frente a los equipos de
sonido—. Pero el hombre en que piensas está lo suficientemente lejos como para
que de una maldita vez te resignes y lo olvides. Despierta Jopona, Erick está
babeando por ti, es tu tipo, es como nosotras, no un cuico cualquiera como
Markus, no un niño mimado, un hombre.
—Yo
más bien creo que necesito aires nuevos, quizás un departamento más pequeño, un
lugar más familiar donde concentrarme en mí.
—Te
aseguro que con un lugar más pequeño lo único que conseguirás será seguir
pensando en Markus, encámate de una vez con Erick y olvídate de Markus.
—¡Markus,
Markus, Markus! Si sigues repitiéndomelo una y otra vez será mucho más difícil
olvidarlo.
—¡Aceptas
entonces que no lo has olvidado! —una sonrisa maliciosa invadió en rostro de
Sena.
—Nunca
lo olvidará si sigue guardando una foto en ese cuaderno —la voz de Daniela hizo
que ambas chicas se voltearan. La mujer estaba parada con el cuerpo echado
sobre el marco de la puerta, su cabello había sido cortado recientemente por su
estilista favorito, dejándolo tan corto o más que Elsa, teñido de un rojizo con
reflejos anaranjados que le daban un aire de rockera, algo que Joona estaba
segura ella hacía por sentirse más cercana al grupo.
—¡Tienes
una foto de Markus en tu cuaderno! —el chillido de Sena vino acompañado de la
chica lanzándose por el cuaderno que Joona sostenía en sus manos.
—Deja
—se quejó Joona sujetando el cuaderno sin intensiones de soltarlo.
Pero
la discusión terminó con el cuaderno volando por los aires hasta dar en el
suelo a dos metros de ellas, esparciéndose los papeles que había en su
interior, dejando a la vista el que creía era su secreto, la foto de Markus y
ella durante el festival de la escuela, aquel día sólo habían sido amigos,
hasta el anochecer, cuando él le pidió pololeo[2].
Los
pasos de Daniela resonaron en la cerámica, llevándola hasta el cuaderno que
Joona y Sena se habían quedado mirando sin emitir sonido o realizar movimiento
alguno. La mujer tomó la fotografía entre sus dedos con largas uñas violeta
rojizo, examinándola con una sonrisa de victoria en sus sensuales labios.
—La
prueba quedó a la vista Joona. Tú no serás capaz de olvidarte de este chico si
sigues con esta foto en tu cuaderno —Joona bajó la mirada, mientras sentía sus
mejillas colorearse de vergüenza e indignación por ser descubierta—. Sí él es
como tú me has contado ya debe tener una vida hecha querida, otra novia, una
bonita estudiante de leyes, una chica sensible de sonrisa perfecta y ropa
elegante, con calificaciones perfectas para ambos e incluso un auto donde la
saca a pasear todos los sábados.
Sintió
las lágrimas picar en sus ojos, Daniela tenía razón, era ella quien había
dejado a Markus sin miramientos, Joona había preferido a la música por sobre
él, así que olvidarse de una mujer así para Markus no sería problema. Si a eso
le sumaba que nunca fueron el uno para el otro, pues sí, él debía estar con una
bonita chica universitaria de largas piernas, cuerpo perfecto, sin tatuaje
alguno —o quizás sí, pero no más que una mariposa—, sonrisa blanca y recta, y
ropa elegante y delicada. Una chica femenina, un opuesto a Joona.
—Estás
siendo muy dura con ella Danny —sintió el brazo de Sena rodearla en forma
protectora—. Joona es la única de nosotras que renunció a algo en Chile, la
única que dejó a alguien atrás, ninguna de nosotras sabe lo que ella sintió o
está sintiendo.
—Sí
—Daniela parecía firme en sus palabras—, Pero yo sí sé cómo debe sacarse a ese
tipo de la cabeza.
Joona
la miró suplicante, quería que la dejasen en paz, que le dieran unos días
libres para pensar y ver si nacía alguna nueva letra en su mente, y luego
continuar con el grupo.
—Querida,
si no te olvidas de él te aseguro que no habrá ninguna letra en tu mente,
además él ya debe haberte olvidado hace mucho. Despierta Joo, es hora de que
busques otro hombre y Erick ha estado con el grupo todo este tiempo por ti. Yo
ya no le pago lo mismo que antes, es mucho menos dinero y lo han llamado de
grandes sellos discográficos a los que ha rechazado. Dale una oportunidad
querida. Además, para qué estamos con cosas, has realidad lo que siempre ha
sido un rumor de la prensa.
—Sí
—Sena le tomó la mano con fuerza, obligándola a mirarla—. Joo, amiga, se
acabaron las lágrimas por Markus, él ya
debe haber hecho su vida, tú has la tuya.
—¿Cómo?
—preguntó sintiendo que las palabras de las mujeres eran sensatas.
—Ya
te lo dije, dale una oportunidad a Erick de demostrarte que puede ser la
persona que estás buscando.
—Yo…
—No
se diga más. Le diré a Erick que tienes problemas creativos —lo que no es
mentira—, que te irás a un departamento pequeño en la zona universitaria y que
quieres que te acompañe.
—¡Espera!
—Silencio
—Daniela sacó el móvil de su cartera marcando y poniéndoselo en la oreja dijo—:
Querida, tenemos dos departamentos en la zona universitaria, no vivirás con él,
sólo estarán cerca y muy solos. ¡Aló! ¿Erick? Tengo un trabajo para ti… —Joona
sintió sus piernas temblar, Daniela ya no le hablaba a ella y en ese plan ya no
había vuelta atrás.
[1] Cuico: es un modismo chileno peyorativo que se asocia a
personas que practican con afectación el esnobismo y simulan pertenecer a un nivel
socio-económico alto. El término cuico
reemplaza a vocablos obsoletos que provienen del siglo XVIII como encumbrado,
siútico, cursi, o futre.[
[2] Pololear [Pololeo]: Forma coloquial en Chile para referirse a relacionarse
sentimentalmente con alguien. Es el equivalente al noviazgo en muchos otros
países. Noviazgo en Chile se aplica para una relación mucho más formal, donde
ya existe un compromiso de futuro matrimonio.
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Invensibles de la sierra
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