sábado, 25 de agosto de 2012

La Sociedad de la Luna de Fuego - capítulo 3

TERCER CAPÍTULO

“Marcas y toques”


Para todo paraíso hay un infierno.


Nara cerró instintivamente los ojos, esperando el contacto de los labios de Iker en los propios, pero cuando la respiración de él comenzaba a rozar su boca con suavidad y sentía su cuerpo prepararse por completo para él, un grito se escuchó desde la casa.

Abrió los ojos asustada, su hermana era quien gritaba. Quizás si hubiese estado sola habría ido por ella, incluso la habría rescatado de cualquiera que quisiese hacerle daño, pero si el agresor era su padre, Nara no tenía palabras que pronunciar en su contra. Si lo hacía sería castigada de igual manera que su hermana.

Un nuevo grito resonó en el aire y sus pies comenzaron a moverse instintivamente, lanzándose a la cama llena de temor y angustia. Podía sentir su respiración irregular, pero esta vez no era la excitación que producía en su cuerpo Iker, ahora era sólo el temor que había aprendido a tenerle a su padre.

Se abrazó las rodillas, viendo como Iker se acercaba a ella lentamente. Su postura había cambiado, ya no tenía aquella expresión seductora de minutos atrás, ahora sólo había preocupación en sus ojos.

—Tenemos que ir a ver qué ocurre —dijo él.

¿Acaso no venía él de otra de las Sociedades? O quizás su discurso de presentación no era más que una falsedad.

—No te hagas el tonto, sabes lo que está pasando. Edith está recibiendo el castigo, que según padre, merece por no pararme a entrar en el incendio.

Los ojos de Iker destilaron odio, al tiempo que se sentaba a su lado, tomando sus hombros con delicadeza y llevándola a mirarlo de frente.

—¿Él siempre las golpea así?

Asintió con la cabeza, no tenía ganas de aseverar su cobardía. Tenía la valentía de enfrentarse a un incendio forestal, pero aun así dejaba a su hermana a merced de su padre aun escuchando sus alaridos y suplicas de ayuda.

—¿Nadie hace algo para detenerlo? —volvió a preguntar Iker.

—¿Detendrías tú al patriarca de tu comunidad?

Iker se quedó en silencio, seguramente pensando en su pregunta, pero sea lo que sea que sacó por conclusión, jamás la dijo.

—Creo que lo mejor será intentar dormir —Iker abrió la cama que estaba vacía, acercándose nuevamente a Nara y tomándola entre sus brazos, al tiempo que esta protestaba la llevó hasta las mantas—. Córrete, no creo caber en este espacio.

Nara lo miró, ¿qué acaso pensaba acostarse con ella?

—Mi padre te matará —le recordó.

—Él no se enterará si tú no le dices, no es omnipresente.

 Nara se corrió hacia el rincón de la cama sin protestar, los gritos de su hermana habían disminuido y poco a poco se acallaban, o su padre había cesado los golpes o su hermana yacía inconsciente en su cama. En cualquiera de los casos Nara sabía que no podía ayudarla. 

Cerró los ojos, presionando a las lágrimas picosas a quedarse en sus ojos, al tiempo que sentía el cuerpo de Iker presionar la orilla de la cama y acostarse a su lado.

Los brazos de Iker la rodearon de repente, haciéndola contener la respiración del nerviosismo, mientras él se acurrucaba su lado, corriéndole el pelo del rostro y besando su cabeza.

—Todo estará bien—dijo él, aun besando su frente en un avance continuo hasta su mejilla—. Puedo hacer que te olvides de todo esto, pero tienes que dejarte llevar.

Sus ojos se abrieron nuevamente, Iker estaba frente a ella y aunque la oscuridad lo cubría todo con su manto espectral, Nara aun distinguía sus hermosos ojos Jade.

Podía sentir la respiración de él rozar nuevamente su piel, viéndolo acercarse cada vez más, sintiendo como sus labios se fundían con los propios de manera suave al principio para volverse rápidamente en un beso exigente, uno que la hizo gemir en un breve instante en que él se separó de su boca. 

Lo quería en sus labios para siempre, sentir ese deseo carnal que él le provocaba en todo el cuerpo y el cosquilleo incesante que comenzaba a experimentar en sus pezones.

—Tranquila —lo escuchó susurrar—. Aún estoy aquí.

Dicho esto la besó nuevamente, entrelazando sus dedos con el cabello rojizo de Nara, acariciándolo de una forma tan embriagadora que de sus labios volvió a escaparse un gemido.

Las manos de Iker pasaron de su cabello lentamente hasta su hombro, bajando con pleitesía por su brazo llegando a su cintura, la cual rodeó para atraerla hacia sí.

—Eres hermosa —creyó escucharle, pero el deseo que la invadía era demasiado como para procesar palabras. 

Sentía la humedad de su sexo aumentar, mientras su piel pedía a gritos ser tocada por los dedos de Iker. Y como si sus deseos fueran escuchados por él, sintió la mano de Iker avanzar por sus caderas, entrando por su camiseta, hasta tocarle nuevamente la cintura. Para luego tomar la tela que la cubría y tirar de ella para pedirle permiso de quitársela.

¿Lo haría? Estaba en su cama con un hombre que apenas había conocido ese día, besándose como jamás se había besado, entregándole a él su primer beso. 

¿Le entregaría también su virginidad?

Un gruñido le dijo que Iker aun la esperaba. La respiración de él era agitada, mientras continuaba intentando quitarle la camiseta, y Nara…

Lo dejó.

Su camiseta desapareció a los pocos segundo, reemplazándose por los suaves dedos de Iker acariciando su piel con premura. Nara sentía su pecho subir y bajar con violencia a cada tacto de Iker, mientras él continuaba besándola con desenfreno.

Gimió al sentir la mano de Iker subir hasta su pecho, acariciando uno de sus pezones con hilarante perfección, provocando en ella pequeños espasmos nerviosos pero excitantes.

Sintió los labios de Iker separase de los propios y comenzar su viaje hasta su mejilla, para luego bajar lentamente hasta su cuello, rozando con su respiración la sensible piel de Nara, quien no pudo refrenar el impulso de entrelazar sus dedos entre los oscuros cabellos de Iker, al tiempo que volvía a gemir de placer. 

Pero su gemido rápidamente se convirtió en un alarido de dolor escalofriante. La punzada en su cuello era tal que le hizo abrir los ojos aterrada. Pero antes de que lograse ver qué ocurría, sus ojos se cerraron lentamente, sumiéndola en la oscuridad absoluta.

* * *

Cuando volvió a abrir los ojos buscó a tientas a Iker a su lado. No recordaba qué había pasado luego de que sintiese aquel terrible dolor, y necesitaba estar segura de que no estaba soñando el placer que le producía cada toque de los hilarantes dedos de Iker.

Pero por más que buscó entre las sábanas estaba completamente sola. Abrió los ojos, estaba tapada hasta el cuello, la cama junto a ella estaba deshecha y el silencio reinaba en la habitación.

¿Lo había soñado todo?

Se levantó tomando su ropa como cada mañana, apresurándose por sus zapatillas de levantar y una toalla limpia; corriendo luego al baño que estaba en la casa principal. 

Odiaba salir cada mañana a ducharse hasta el baño de la casa principal, el frío le calaba hasta los huesos y estaba segura que su vecino se levantaba temprano para verla salir en pijama y con los pezones erizados. Pero por más que le había pedido a su padre dormir con su hermana en la casa, él siempre se había negado, diciendo que las hermanas menores siempre debían dormir en la zona protegida de la casa. Aunque Nara siempre dudó de que ese cuartucho realmente sirviese para protegerla de algo.

Entró a la casa principal de golpe, tiritando de frío y sintiendo sus pezones erizados rozar la tela de su pijama. Entonces se miró desorientada ¿Cuándo se había puesto el pijama? Recordaba vagamente la noche anterior, cómo Iker la había consolado y calmado para no escuchar los gritos de su hermana pidiendo ayuda. Él la había llevado hasta la cama, recostándola con sumo cuidado y luego…

Luego de eso todo se volvía confuso en su mente, recordaba el placer de sentir los dedos de Iker tocando su cuerpo, la forma en que se había excitado cuando él tocó su pecho con premura, pero no estaba segura de cómo había comenzado todo eso, ni mucho menos cómo terminó.

—Deberías entrar al baño antes de que tu padre te descubra así —Levantó la mirada ya sintiendo sus mejilla enrojecer. Iker estaba frente a ella con los ojos fijos descaradamente en sus pechos. Se tapó con los brazos sintiendo su cara arder de vergüenza, al tiempo que enfadada chillaba:

—Deberías dejar de mirarme como un pervertido antes de que mi padre descubra que…

Se silenció a sí misma. Había estado a punto de comentar lo que había pasado entre ellos la noche anterior —lo que ni siquiera estaba segura de que realmente había ocurrido.

—¿Descubra qué? —preguntó Iker con voz melosa—. Mirar un poco no es pecado cuando no se ha tocado.

Sus palabras se lo dijeron todo, su placer había sido un sueño, un maravilloso sueño erótico de esos de los que su hermana se avergonzaría.

Suspiró dejando a Iker solo en la entrada al baño, apresurándose a cerrar la puerta tras de sí y meterse a la ducha. 

De sólo pensar en la forma que Iker la había tocado en su sueño su cuerpo se había excitado, estando segura que la erección de sus pezones ya no era por el frío.

Dejó que el agua tocara su cuerpo, mientras por su mente no podían parar de pasar las imágenes de su sueño. Se estaba volviendo loca, reaccionar así por un hombre al que apenas conocía era impropio de ella.

Cuando al fin salió del baño Iker ya no estaba en la casa, sólo su hermana se daba vueltas por la cocina con las manos temblorosas y sin voltearse a verla.

—Edith —la llamó para preguntarle como estaba, pero su hermana no se volteó.

—Deja tu ropa sucia en el baño, yo lavaré hoy. Come algo y vete con Damon a dar vueltas por ahí.

Su voz sonaba apagada, mientras Nara se sentaba en el comedor de la cocina, viendo a su hermana pasar hacia el baño procurando no mirarla a los ojos. ¿Estaba enfadada con ella por no haberla salvado la noche anterior? Aquel pensamiento la afligió, pero su hermana debía saber ya que ante a su padre no había mucho que Nara pudiera hacer.

Se comió un trozo de tarta que había en la mesa, bebiendo un vaso de leche mientras miraba a su hermana por el umbral del medio punto que separaba a la cocina de la puerta del baño. Edith caminaba de un lado a otro en el baño, en silencio  limpiando todo con demasiado esmero.

Cuando terminó de comer la intriga por Edith le estaba comiendo el cerebro, así que se levantó decidida, caminando hasta el baño y tomando el brazo de Edith, trató de voltearla. Pero apenas su mano rozó el cuerpo de su hermana un alarido salió de sus labios, al tiempo que Nara la soltaba con rapidez y temor.

—Dios Edith ¿qué te hizo? —preguntó estúpidamente. Era evidente lo que él le había hecho, pero Nara aún tenía la esperanza de que aquello fuera parte de su posterior sueño erótico. 

—Él sólo me reprendió —respondió ella bajándola de su nube de esperanza.

—Lo siento —dijo apretando las manos. Odiaba a su padre con toda su alma—. Yo debía venir a ayudarte. Si vuelve a ocurrir te prometo que correré en tu ayuda.

—¡¡No!!

El grito de Edith la hizo saltar de miedo, era enfermizo, como si las palabras de Nara fueran un pecado, como si ella tuviese temor de su propia hermana.

—Te prometo que no haré una locura Edith, sólo lo pararé, nada más.

—¡¡No!! —volvió a gritar ella, tomando lo brazos de Nara con fuerza— ¡Déjalo así! No te quiero aquí cuando él… cuando él me castiga, es mi castigo, es lo que yo me merezco.

—¡Nadie se merece ser golpeado así Edith! —Nara no podía creer las palabras de su hermana, era como si ella se sintiese merecedora de los golpes, como si se creyese tan mala como… ¡como su madre hablaba!

—¡Yo sí me los merezco Nara! No te quiero aquí cuando esto ocurra, ya he hablado con Iker y me prometió que no te dejaría salir.

—¡¿Y qué hará para detenerme de salvarte?! ¡¿Acaso él…!? —sus palabras se esfumaron al tiempo que en su mente aparecían las imágenes de su maravilloso sueño y sentía como sus mejillas ardían de vergüenza.

—¡No sé qué hará él, pero mientras te mantenga lejos de todo esto está bien!

Estaba a punto de protestar, peros sus ojos se encontraron con los moretones que su hermana torpemente quiso esconder en su cuello con una fea bufanda verde. Aquella horribles marcas parecían hechas con uñas, o quizás garras, no podía saberlo, pero se veían como si al tocarlas la piel de su hermana se fuera a desmoronar en sus manos…



Gracias a todos quienes entraron al blog, espero disfrutase el capítulo y comenten q les parece. besos!!!

2 comentarios:

Carly_Raf100 dijo...

Hola.
¡Me encanta esta historia! Es fantástica.
No creo que haya sido un sueño pero de momento lo mas razonable es que solo fuera un sueño.
Odio al padre de Nara y Edith, me parece una persona horrible
Espero el siguiente capitulo con muchas ganas.
Besos, Carla.

«ραtгιcια» dijo...

Hola Mona :)
Realmente no creo que fuera un sueño, y menos después de lo que Edith le dijo a ella.
Pero, ¿qué cosas le hace a Edith su padre? Es completamente inhumano :(

Espero que publiques pronto, tengo muchas ganas de seguir leyendo!
Un beso:)

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