viernes, 16 de noviembre de 2012

La sociedad de la Luna de Fuego - Capítulo 6




Hola nuevamente! capítulo de idolatría! espero les guste como continua la novela y me cuenten qué piensan!

Sexto capítulo
“Tu Cuerpo Bajo el Alero del Mío”



Ruega día y noche, la realidad siempre te golpeará el rostro.
Pide cuanto quieras que te den, pero siempre conseguirás lo mismo.
Y cuando al fin despiertes a la realidad sólo podrás decir:
Ser


Cuando Damon la soltó recordó que a su espalda estaba aun Iker, y al momento su piel se erizó de vergüenza y temor. Él había presenciado aquel beso justo después de que le había permitido tocarla de aquella manera, la había visto responder a Damon cuando minutos atrás estaba completamente excitada por él y en lo único en que pensaba era en entregarle su virginidad. Se estaba volviendo loca y nadie podría sacarle eso de la cabeza.

—Necesito esconderme por esta noche Nara ¿puedo quedarme en tu habitación? —la voz de Damon la sacó de sus pensamientos, trayéndola a la realidad del momento. Su padre aun buscaba a Damon para asesinarlo.

—Claro —respondió tomando su mano y volteándose para entrar, encontrándose de llenos con los enfurecidos ojos de Iker.

—No creo que al patriarca le guste la idea de dejar a su hija en la misma habitación que quien la besuquea —cada palabra que Iker pronunciaba estaba llena de rencor, así como sus ojos.

—¿Qué hace él aquí? —la mano de Damon apretó la suya con fuerza, atrayéndola hacia sí con protección.

—Duermo aquí —respondió Iker entrando a la habitación sin mediar más palabra.

Nara suspiró nerviosa, había cometido un error doble aquel día, darle verdaderas razones a su padre para matar a Damon y besar a Iker por instinto, y ahora cometería un tercer error.

—Vamos —apresuró a Damon con la mano.

Entraron a la habitación al tiempo que la atmosfera se volvía pesada con la miradas que aquellos hombres se daban el uno al otro. Mientras Nara rogaba una y otra vez a la tierra que la tragase por completo.

—No creo que sea seguro que me quede aquí —dijo de repente Damon sin quitarle la vista a Iker.

—¿Por qué? Estarás más seguro aquí, será el último lugar donde te buscarán.

—No confío en él Nara —Nara miró a Iker, pasando luego sus ojos a Damon—. Me delatará en cuanto pueda.

—No lo haré —las palabras de Iker sorprendieron a Nara, aunque por la expresión que él tenía parecía hacerlo también de sí mismo—. Ya he metido a Nara en suficientes problemas por hoy. Y ahora será mejor que nos acostemos, es algo temprano, pero el patriarca creerá que te dormiste antes.
Nara asintió sonrojada, él tenía razón, si su padre veía las luces encendidas en la habitación no dudaría en ir a buscarla, pero si creía que estaba durmiendo la dejaría así, más viendo cuánto confiaba él en Iker.

—Bueno, entonces voltéense para cambiarme —dijo finalmente tomando su pijama de debajo de la almohada.

Ambos hombres obedecieron a sus palabras, volteándose para dejarle espacio de cambiarse, mientras ellos se quitaban la sus propias ropas sin vergüenza alguna. Sonrojada finalmente les dijo que ya estaba lista y que podía mirar.

—Bien, entonces ¿cómo nos acostaremos? —preguntó Iker evidentemente con segundas intenciones.

—Lógico, Nara dormirá conmigo —sentenció Damon—. No la dejaría acercarse a ti ni que mi vida dependiera de ello.

—Deja que ella decida sola engendro, es lo bastante grande para eso.

Sus ojos se agrandaron de par en par, aquella elección tan estúpida era para Iker algo más y Nara estaba segura de eso.

Ambos hombres se acostaron esperándola que escogiera en cuál de las camas dormiría, mientras su corazón palpitaba con más fuerza a cada segundo.

* * *

La rabia lo inundó cuando vio a Nara avanzar hasta la cama de aquel engendro, recostándose a su lado y acurrucándose junto a su cuerpo. Quería levantarse y tomarla del brazo para llevarla a su lado, pero al hacerlo le demostraría que él no era mejor que el patriarca. Quería respetar su decisión, aunque esta le recordase aquel beso que el engendro le había dado a la pequeña pelirroja.

—Mierda —dijo en voz baja, escuchando a Damon susurrar consuelo a Nara.

Pero las palabras cursis del animalejo se vieron interrumpidas por los gritos de Edith. Aquella pobre chica ¿qué acaso el patriarca no se cansaba de golpearla?

 Sintió el cuerpo de Nara tensarse en la otra cama y a Damon levantarse, al tiempo que él también lo hacía.

—¡Tengo que hacer algo! —escuchó a Nara.

—¡No! —el grito autoritario de Damon lo sorprendió — No irás, no quiero que te acerques ahí.
—¡Es mi hermana, no puedo dejar que le haga esto!

—Te entiendo, pero también debes entender que en este momento es peligroso para ti acercarte, mucho más que para Edith. 

Vio las manos de Nara apretarse por sobre las mantas, ella estaba asustada y su temor lo hacía sentirse nervioso, aun cuando sabía que su elección de lecho tenía mucho que ver también con su elección de hombre.

* * *

Los gritos de Edith hicieron temblar su cuerpo de temor, ella rogaba por ayuda y Nara no podía más que escucharla sin la posibilidad de intervenir para salvarla. Sus manos se apretaron de rabia, Damon tenía razón con sus palabras, era peligroso para ella acercarse a su padre en esa situación, pero tampoco era mejor dejar a Edith sola. Lágrimas invadieron sus ojos, se sentía la peor hermana del mundo.

—Tienes que estar tranquila —Damon tomó el rostro de Nara entre sus manos, obligándola a mirarlo a los ojos—. Esto pasará rápido, según Lía sólo durará un mes, quizás dos.

—¿Podrías quedarte tú tranquilo con eso?

La mirada de Damon le dijo que la comprendía, pero que al mismo tiempo no compartía que Nara siguiese pensando en ir a ayudar a su hermana.

—Nara —la voz de su amigo sonó cálida y a la vez seria—, yo tendré que irme antes del amanecer, debo escapar o tu padre me matará. Volveré por ti Nara, vendré a buscarte cuando encuentre un lugar seguro para los tres con Edith. Pero mientras tanto tienes que cuidarte, no podrá irme tranquilo si sé que estarás intentando ayudar a Edith.

—¡¿Sabes lo estúpido que suena eso?! —Nara podía sentir las lágrimas correr por sus mejillas, mientras de fondo sonaban los gritos desgarradores de Edith— ¿Cómo puedes pedirme no ayudarla cuando la escucho gritar con tanto dolor?

La mano de Damon se posó sobre la suya con suavidad, llevándola a cerrar los ojos ante la paz que él le transmitía, sintiendo entonces los labios de él besar su mejilla con dulzura.

—Volveré por ustedes dos, nos la llevaremos de aquí —susurró Damon a su oído—. Pero te necesito integra y para eso no debes entrometerte. Si lo haces tu padre te golpearé a ti, y con todo el rencor que creo que te guarda terminará matándote.

—¿Y si la mata a ella antes de que vuelvas?

—No la matará, él tiene preparado todo para que Edith lo ayude a criar  a la descendencia de la que tanto habla.

—¿Tú qué sabes de eso? —sus manos tiritaron, su amigo podría decirle la verdad de todo ese asunto, explicarle todo sobre la otra mujer de su padre.

—No puedo decírtelo Nara, si lo hago te pondrás en peligro y eso no ayuda ahora. Hazme caso y espérame, te prometo que volveré por ti.

Nerviosa asintió, confiaba en Damon, él volvería por ellas y escaparían de aquel lugar. Aun así no pudo evitar que las lágrimas continuasen cayendo sin detenerse.

—Tranquila preciosa —un rápido beso de Damon se posó en sus labios, separándose de ella tan repentinamente como se acercó, abrazándola con fuerza mientras su llanto se volvía más intenso, convulsionante.

—Yo puedo hacer que se duerma —la voz de Iker los interrumpió, sonaba enfadado, lo que hizo que Nara de tensará de temor.

La expresión de Damon se volvió recelosa, pero aun así Nara lo vio asentir. Quiso negarse entonces, abriendo los ojos frenéticamente, pero antes de que alcanzase a voltearse para ver los movimientos de Iker, un grito escapó de sus labios por el profundo dolor en su cuello…

Sus ojos se cerraron sin que pudiese resistirlo, llevándola a la completa oscuridad…

* * *

—¡Eres uno de ellos! —gritó el engendro cuando soltó el delicado cuello de Nara.

—No lo soy —se apresuró a aclarar.

—Te acabo de ver mordiendo el cuello de Nara y niegas ser uno de ellos.

Sus manos se apretaron de rabia al ver a Damon confortar a Nara entre sus brazos, protegiéndola con su cuerpo de él.

—No soy uno de ellos, te lo puedo probar.

—Pruébalo entonces.

Y así lo hizo, dejándose ver por un sorprendido Damon, quien abrió los ojos de par en par y abrazó con más fuerza a Nara.

—¿Es prueba suficiente? —preguntó con ironía cuando pudo volver a hablar.

—Es suficiente —sentenció Damon recostando a Nara y abrigándola con las mantas—. ¿Puedo entonces confiarte su protección?

Nara evidentemente había elegido a Damon por sobre él, pero aquello no significaba que con sólo verla su cuerpo no desease protegerla. No podía negarse a la petición de Damon.

Asintió finalmente, mirando al engendro a los ojos y viendo la confianza en ellos. Volvió a la cama entonces, lo comprendía, él se iría y  necesitaba un tiempo a sola con la pequeña cabellos de fuego.

* * *

Su rostro se veía tan calmado, daba la impresión de estar soñando algo hermoso. No pudo evitar sonreír ante la expresión que Nara tenía en esos momentos, abrazándola con suavidad y recostándose a su lado.

La había besado por primera vez aquel día y ante ese toque ella había respondido, pero aunque esto debía darle felicidad fue todo lo contrario. Aquella respuesta le había asegurado lo que ya sabía, para Nara él sólo era un hermano, y aunque había vuelto a besarla para molestar al engreído forastero, tenía claro que su amiga estaba guardando sentimientos por él.

—Aun así volveré por ti preciosa, nos iremos los cuatro para otro lugar, nos llevaremos a esta bestia, lo prometo. Cualquier cosa con tal de verte feliz.

Cerró los ojos, dormiría un par de horas sintiendo el cuerpo de Nara protegido bajo el alero del propio, pero escaparía de ahí antes de que ella abriese los ojos, no tenía fuerzas para decir adiós, si lo hacía no sería capaz de irse.

—Te amo preciosa —dijo inhalando su aroma a vainilla. 

Soñaría con ella, de eso estaba seguro…

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